Comunicación Greencities&Sostenibilidad 2013/Comunicaciones Científicas/Espacio Urbano 

Resumen

El espacio urbano y territorial se ven inmersos en diversas tendencias basadas en la desagregación y que suponen una disociación clara entre el hábitat y el habitar, fruto de un fenómeno de crisis que supone la disolución de la forma asociada al crecimiento urbano. Cuando las relaciones entre hábitat y habitante son variadas, la solución a los múltiples problemas es siempre parcial y requiere una revisión permanente de técnicas y modelos conceptuales debido a factores de diversa índole y a la incorporación de la subjetividad como factor determinante en la mayor parte de los vínculos interactivos. En estos nuevos paisajes urbanos pasan a primer término la innovación, la creatividad y el dinamismo de estrategias que se plantean mejorar las relaciones entre individuos en contextos concretos. La arquitectura de la última década experimenta una evidente transformación tras el surgimiento de nuevos planteamientos surgidos en un natural proceso evolutivo en continua definición y que supone un marcado punto histórico de inflexión, con la apertura hacia otras disciplinas no del todo ajenas al contexto arquitectónico.

 

 

1. ARQUITECTURA Y HÁBITAT

Desde un punto de vista puramente ecológico, el término hábitat[1] como ecosistema implica la posibilidad de vivir y reproducirse y aparece siempre asociado a una referencia espacial de lugar; sería entonces el espacio donde tiene lugar la vida. En este sentido, el hábitat incluiría no sólo a la población sino también los factores abióticos del lugar (climatología, temperatura y otros). Se trata, por tanto, de entender la arquitectura, en su sentido amplio, como la disciplina que plantea el objetivo de conectar los conceptos de espacio y vida (o medio-vida humana) a través de un planteamiento de habitabilidad[2], si bien esta última asociada siempre a los diferentes sistemas de valores de sociedades concretas[3].

Según lo anterior y desde un enfoque puramente pragmático, el hábitat lleva siempre implícito la característica de habitabilidad del entorno inmediato y ha sido, a lo largo de la historia de la especie humana y desde el origen de las primeras ciudades, el objetivo prioritario en la formación de ciudades, si bien asociado a otros factores como el paisaje, la economía o la tecnología de cada época y sociedad. De esta forma, la creación de un hábitat para el ser humano ha implicado, a lo largo de la historia, propuestas de intervención en espacios inicialmente no aptos para la vida.

Fig. 1 Dan Graham. Double Triangular Pavilion for Hamburg, 1989. Fotografía de Marian Goodman Gallery.

Fig. 1 Dan Graham. Double Triangular Pavilion for Hamburg, 1989. Fotografía de Marian Goodman Gallery.

Así, abordar el estudio del hábitat humano supone siempre plantear el carácter dinámico y cambiante de dicho concepto[4] y exige además formular el problema de manera amplia y con referentes integradores (fig.1) en aras de la consecución de una necesaria complementariedad de visiones, sólo posible con un enfoque transversal. En este sentido, resulta cada vez más difícil encontrar argumentos unificadores básicos que aglutinen la diversidad de modelos, paradigmas, planteamientos o doctrinas[5] (realistas o utópicos) planteados en relación con el concepto de hábitat humano, ya que no sólo resultan cambiantes con los tiempos sino que además todos ellos constituyen un corpus teórico caracterizado por una evidente dispersión y ambigüedad de múltiples perspectivas. El espacio urbano y territorial se ven inmersos, de este modo, en diversas tendencias basadas en la desagregación y que suponen una disociación clara entre el hábitat y el habitar, fruto de un fenómeno de crisis que supone la disolución de la forma asociada al crecimiento urbano. La actual diversificación de funciones y roles sociales implica, además, la devaluación de valores y normas, ya que resulta más rápida que la consiguiente generación de otros nuevos capaces de regular la conciencia colectiva. Como contrapartida, toda crisis es generadora de una amplia gama de formulaciones o respuestas que van desde el conformismo hasta la rebelión, pasando por el revisionismo y que suponen la reacción frente a las disfunciones de la vida humana en el medio físico.

Por otro lado, la diversificación de conocimientos eleva la duda y el relativismo a categorías esenciales. La base lógico-empírica de la ciencia entra en crisis a partir de los años cincuenta del pasado siglo con la evidencia de la ausencia de unos fundamentos absolutos en la metodología científica (paradigmas homogéneos y estructurados), poniendo en duda cualquier teoría del método reducida a un número de normas más o menos rígidas y basadas en la razón como autoridad incuestionable Con la teoría del conocimiento los sujetos (sistemas observadores) y los objetos (sistemas observados) pasan a ser una misma cosa ya que el observador del medio pertenece a dicho medio.

Fig. 2 Escenario urbano de las villes nouvelles. Ärea periurbana de París, años 60.

Fig. 2 Escenario urbano de las villes nouvelles. Ärea periurbana de París, años 60.

Fig. 3 Arte urbano. Berlín 1998-2000. Topotek 1: Allianz Courtyard.

Fig. 3 Arte urbano. Berlín 1998-2000. Topotek 1: Allianz Courtyard.

En cualquier caso, las distintas significaciones, internas y externas, de los elementos culturales, suponen el empleo de códigos de interpretación que uniformizan realidades siempre complejas (fig. 2 y 3). Por otro lado, el enfoque tecnológico pone en evidencia que cualquier intervención en los procesos de configuración urbana es de dimensiones limitadas; síntomas claros de esta crisis son el hastío[6] y la necesidad de hacer el espacio humano habitable. La crisis de la eficacia del “nuevo humanismo” (Movimiento Moderno) deja paso a la adopción de nuevos paradigmas[7] formulados con una evidente precariedad del devaluado sistema de observadores.

En este sentido, los ecosistemas[8] tienden a autorregularse sin necesidad de imposiciones externas, si bien en la formación de nuevas culturas es un factor esencial la importación de material procedente de otras culturas lejanas en el tiempo o el espacio en base a la vitalidad o intemporalidad de las ideas importadas. La regularidad produce apatía y atrofia y el ideal high-tech resulta vacilante; numerables plagas sociales y su transposición medioambiental sacan a la luz desequilibrios poblacionales y económicos en un escenario en el que la academia parece ser ajena a las realidades de nuestro tiempo.

Fig. 4 Richard Serra. Clara-Clara. París, 1983

Fig. 4 Richard Serra. Clara-Clara. París, 1983

Fig. 5 Piotr Kowalski. La Porte de Paris, 1983. Saint-Quentin-en-Ivelines.

Fig. 5 Piotr Kowalski. La Porte de Paris, 1983. Saint-Quentin-en-Ivelines.

La historia de la teoría del habitar recorre en occidente un largo camino con hitos como Owen, Fourier, Soria, Howard o Le Corbusier[9]; por otro lado, el movimiento funcionalista supuso un enorme esfuerzo por dotar al hombre de un habitat humano en una trayectoria en la que la eclosión de la industria en el mundo supuso un factor determinante en la configuración de la forma urbana, al alterar la velocidad del tiempo, la configuración del espacio y la forma misma de la existencia humana.

2. EL HÁBITAT SOSTENIBLE

Existen diversas tendencias en torno al fenómeno del habitar, desde posiciones que pretenden el rigor científico pero que adolecen de suficiencia explicativa hasta las que renuncian al manejo global del espacio y se centran en intervenciones fragmentarias (fig. 4 y 5). Esto supone que la parcialidad y la simplificación de métodos y soluciones no alcanzan a explicar la complejidad de la realidad. La “teoría general de sistemas” de Bertalanffy vino a convertirse en paradigma de desarrollo de teorías de síntesis entre disciplinas diversas. Su autor habla de “tendencias” distinguibles por su intención; el conocimiento de las partes no es suficiente sin el estudio de sus interrelaciones en un encuadre global, de ahí la actualidad de la naturaleza interdisciplinaria de esta teoría y su interés por las transformaciones de los sistemas en el tiempo, ya que además pueden ser estudiados en términos de descripción interna de interdependencia o externa de interacción con el medio. Por otro lado, la sociedad y la tecnología se han hecho tan complejas que son cada vez más necesarios enfoques globales o transversales de retroalimentación, control o estabilidad de sistemas (si bien distinguiendo entre sistemas reales y conceptuales).

La realidad urbana se manifiesta a partir de fenómenos que interactúan entre sí; dichas interacciones o interrelaciones son conceptuales y tienen que ver con lo aprendido y lo coordinado por los sentidos, lo que supone que la línea divisoria entre realidad y vivencia no es nítida. Cuando las relaciones entre hábitat y habitante son variadas, la solución a los múltiples problemas es siempre parcial y requiere una revisión permanente de técnicas y modelos conceptuales debido a factores de diversa índole y a la incorporación de la subjetividad como factor determinante en la mayor parte de los vínculos interactivos. Además, la incorporación al modelo de orden cósmico de los valores culturales y sociales viene a cerrar la brecha existente entre las culturas humanística y científica. El concepto de “organización”, más amplio y complejo que el de “estructura”, pone rostro a la teoría de sistemas al evidenciar las interrelaciones y la estructura de los mismos. Esta dualidad interior/ exterior implica el universo de las partes y del todo, por otro lado, los límites del sistema son no sólo dinámicos sino difícilmente determinables.

Las nociones de arte y ciencia pasan a asociarse a la noción de vida en permanente transcurso y regeneración[10] y el término paradigma se entiende como asociación de conceptos que no resuelven ni resumen la vida, ya que ésta última es sólo posible en clave de revisionista de adaptación permanente. En base a lo anteriormente expuesto, entender el espacio público como espacio cultural, en permanente cambio y adaptación, supone plantear la planificación urbana con un enfoque amplio en el que tienen cabida diversas disciplinas. Cada vez más la cultura y el arte son demandados de forma explícita por los ciudadanos, a la vez que se acreciente una mayor sensibilidad hacia lo urbano en la vida pública.

Por ejemplo, dado el protagonismo urbano creciente de las artes plásticas, tradicionalmente la escultura era, casi en exclusivo, la única manifestación real del espacio urbano, si bien permanecía siempre al margen de la idea de convertir el espacio público en escenario artístico, tal y como, sin embargo, sucede hoy en un sentido amplio, ya que el ciudadano deja de ser un mero espectador y adopta un rol mucho más activo y participativo.

Estos nuevos planteamientos de mayor comunicación y colaboración social implican a su vez nuevas estrategias de intervención que requieren del trabajo interdisciplinar de diferentes especialistas, pero supone también un claro respeto por los valores significativos de los lugares en los que se va a intervenir, lo que se traduce habitualmente en análisis previos y exhaustivos de dichos espacios.

3. SOSTENIBILIDAD Y CREATIVIDAD[11]

El trabajo cooperativo y los nuevos modos de creación colectiva como forma de intervención en los espacios públicos urbanos ancla sus raíces sociológicas en las celebraciones festivas, sobre todo laicas, de cualquier época y lugar. Se trata de situaciones en las que las dinámicas sociales entran en funcionamiento y transforman el entorno urbano en un auténtico escenario de actuación[12]. En el caso concreto de los espacios urbanos, caracterizados en un porcentaje alto por los usos residencial y terciario, la creatividad de los ciudadanos queda limitada al espacio público (fig.6) restante si bien con unas infraestructuras más o menos rígidas.

Fig. 6 La nube de la Puerta de Alcalá. Instalación de Daria von Werner para la Noche en Blanco.

Fig. 6 La nube de la Puerta de Alcalá. Instalación de Daria von Werner para la Noche en Blanco.

Fig. 7 Patrizia di Monte e Ignacio Grávalos. Programa “estonoesunsolar” 2009, Zaragoza.

Fig. 7 Patrizia di Monte e Ignacio Grávalos. Programa “estonoesunsolar” 2009, Zaragoza.

Las actuaciones colectivas (fig.7) arriba mencionadas vienen a romper la monotonía de actividades diarias a la vez que combaten la segregación y abogan por la simbiosis de usos diversos. Se produce así un fenómeno de reclamación de espacios públicos los cuales pasan a convertirse en escenarios de actividades recreativas, deportivas o artísticas, auténticos campos de juego si bien con evidentes limitaciones e incluso oposición frontal[13] por parte de las políticas urbanas.

El concepto de ciudad escaparate (fig.8) marcada por una normativa más o menos rígida y que busca la imagen de orden como requisito prioritario, genera un cierto desarraigo al privar a esos espacios normativos de otros usos participativos y espontáneos mucho más acordes con  otro tipo de imagen, la de la ciudad viva. Se trataría entonces de conseguir espacios urbanos recreativos, flexibles en sus usos y con un mayor potencial para construir lugares[14]. Esta propuesta de uso abierto o activo de los espacios públicos lleva implícita una mayor apertura de los tipos de relaciones sociales de los ciudadanos. En este sentido, las políticas de espacios públicos[15] deben sensibilizarse ante esta necesidad de utilización efímera de espacios y fomentar la interacción de actividades en nuestras ciudades, se trataría de que los propios ciudadanos tuvieran la posibilidad de disponer de los espacios públicos con una acotación horaria que permitiera el desarrollo de actividades recreativas, lúdicas y deportivas, como una manera alternativa de uso y una forma de apropiación simbólica basada en la creatividad y la espontaneidad y que consiguiera la transformación de los espacios públicos en espacios flexibles, con multiplicidad de usos, programas y significados[16].

 

Fig. 8 Plan 22@BCN. Barcelona. Ejes de actuación 2001-2006.

Fig. 8 Plan 22@BCN. Barcelona. Ejes de actuación 2001-2006.

 

La ciudad como obra de arte total supone aceptar la diversidad sociocultural de las ciudades como potencial humano para crear hábitat. Así, los diversos factores que intervienen en el desarrollo urbano moderno aparecen en estrecha relación con el perfil propio de la cultura urbana, pero también con su sustrato cultural y con la dinámica social en la era de la globalización. Es en este nuevo contexto ciudadano de sociedades pluriculturales donde el arte urbano experimenta un auge especialmente notorio, incluso en aquellos escenarios urbanos donde la tradición juega un papel importante, ya que, en la mayoría de los casos, estas prácticas asociadas a las artes buscan transmitir o proyectar valores culturales[17], si bien en otros casos adquieren protagonismo otras temáticas de índole interpretativa[18] o bien de evaluación crítica del lugar. Plantear un modelo integrador de conceptos tales como arquitectura, urbanismo, monumentos y paisaje[19], supondría partir de la conformación de identidades[20] en un diálogo entre lo individual y lo público, donde el pasado patrimonial aparece inmerso en un paisaje[21] de tradición cultural propia que indudablemente debe ser siempre tenida en cuenta.

Por otro lado, estos nuevos contextos de interacción social requieren de arquitectos y artistas una mayor capacidad de diálogo basado en estrategias de intermediación. Los cambios operados en las estrategias de gestión se traducen en nuevas formas de actuación con una planificación y gestión mucho más participativa basada en sistemas dinámicos de proyectos integrales que ponen en conexión a los diferentes actores, a partir de intereses estratégicos fluctuantes, con diferentes sinergias a la hora de intervenir en propuestas urbanas de cualquier tipo (como museos al aire libre de arte contemporáneo con diferentes itinerarios que suponen un acondicionamiento urbano) y en base a planteamientos de redes, así como a la proliferación de hogares unipersonales en las grandes urbes.

4. BLOGOSFERA Y OPEN CULTURE

La arquitectura de la última década experimenta una evidente transformación tras el surgimiento de nuevos planteamientos surgidos en un natural proceso evolutivo en continua definición y que supone un marcado punto histórico de inflexión, con la apertura hacia otras disciplinas no del todo ajenas al contexto arquitectónico. Dicha apertura lleva aparejada la aparición de nuevos escenarios y el desarrollo de estructuras horizontales y heterogéneas de trabajo en contraposición a las tradicionales estructuras más o menos piramidales. Se trata de planteamientos basados en la experimentación y la colaboración en espacios alternativos no institucionalizados que comienzan por gestarse como auténticos laboratorios de ideas y con una producción encaminada a la presentación de trabajos a concursos de arquitectura y a exposiciones, así como a la formación futura de equipos profesionales de toda una generación de jóvenes arquitectos. En este nuevo enfoque surgen aspectos innovadores como la hibridación entre disciplinas[22] o el ya mencionado modelo organizativo de trabajo horizontal, en colectivos que planteaban visiones culturales nuevas que aprovechaban lecturas y reflexiones externas a la propia actividad profesional y que tienen contraída una deuda con el uso extensivo de Internet y la creación de la blogosfera arquitectónica (diferente en concepto a las páginas web corporativas) y sus consecuencias a escala planetaria por su enorme potencial e interés de intercambio informativo y su influencia decisiva en los nuevos colectivos de arquitectos. Esta total libertad de experimentación se traduce, en muchos casos, en una estrecha conexión con la sociedad, así como en la utilización de Internet como herramienta cotidiana para documentar la actividad de los diversos colectivos y como medio de expresión de ideas, innovación urbana, diseño social y gestión del conocimiento. A todo lo anterior hay que sumar la importancia decisiva de la revolución infográfica asociada a la creación de imágenes digitales en relación con la génesis y el desarrollo del proyecto de arquitectura[23].

En la misma línea del surgimiento de un nuevo enfoque de hábitat, otros conceptos clave son la sentient city, la sentient identity, la social innovation o la open culture. Se trata, en todos los casos, de intervenciones y reflexiones sobre el concepto de participación pública en el ámbito urbano, casi siempre en aras de un reforzamiento de la identidad local pero en todos los casos con una decisiva intención de proyección externa. Es importante insistir en el hecho de que en todos estos enfoques  juegan además un papel crucial cuestiones clave como la identidad digital, las nuevas tecnologías y otros temas de participación colaborativa y artística, así como de auto-organización, ajenos en parte a la tradición de las disciplinas arquitectónica y urbanística. La irrupción de la dimensión digital en la vida cotidiana está produciendo una revisión profunda del concepto de habitar, lo que supone la aparición de territorios inteligentes de los cuales emergen nuevos modelos de ciudadanía. A escala urbana, la ciudad sensible se basa en un ecosistema tecnológico social en el que el conocimiento, las acciones colectivas y las relaciones entre personas a nivel internacional y planetario aparecen como motores de nuevas posibilidades de creación basadas en la hibridación cultural y digital[24]. La total libertad de Internet como herramienta cotidiana y como medio expresivo nos hace reflexionar en su uso en relación con el concepto de participación pública y el de reforzamiento de la identidad local. En el mundo en que vivimos nuestra propia identidad aparece desdoblada con dos dimensiones: la presencial y la digital; la interacción de ambas con nuestro entorno obedece a dinámicas diferentes ya que mientras la identidad presencial se relaciona con el lugar, la digital[25] se caracteriza por una total independencia espacial y una especial dimensión temporal  que posibilita la coexistencia de tiempos.

De este modo, vivimos en una nueva condición local y global al mismo tiempo, la cual nos posibilita una apertura de relaciones humanas y comunicación antes insospechadas. Así, el interés de cada ciudad tiene mucho que ver con su capacidad de relacionarse globalmente; la construcción de la identidad local y territorial ya no es fruto de la exclusiva participación de sus propios ciudadanos, ya que entran en juego diversos agentes exteriores. Tradicionalmente, los ciudadanos sin posibilidad de participación en el proceso de ideación de espacios urbanos encuentran dificultades para poder identificarse con el mismo; sin embargo, la apertura hacia propuestas colectivas de participación puede generar información valiosa a la hora de incorporarla a un posible proyecto de intervención urbana (fig.9). Por otro lado, el nuevo estilo de vida supone la utilización de los espacios urbanos casi exclusivamente como espacios de consumo en los que la identidad local se dispersa y se atiende sobre todo a la imagen de la ciudad propuesta por el político de turno. Sin embargo, estos planteamientos tradicionales están empezando a cambiar sobre todo debido al intercambio de información entre las personas; la denominada comunicación horizontal supone un aumento de participación en la realidad urbana en la que vivimos, aprovechando procesos de inteligencia colectiva.

Fig. 9 Claes Oldenburg. Chicago. Bat-column (1977).

Fig. 9 Claes Oldenburg. Chicago. Bat-column (1977).

Todos los territorios están impregnados de una especie de conocimiento o conciencia colectiva de sus propios habitantes, la denominada cultura local, en estrecha relación con la capacidad de relación de los diferentes grupos humanos. Este fenómeno es siempre más difícil de observar en ciudades de gran tamaño, en las que las relaciones se reducen a escenarios concretos de vecindario; para estos casos él intercambio de información de las redes sociales nos ayuda a conocer mejor el espacio global en el que vivimos. Proliferan en la red los proyectos, dispersos por el mundo, de auto-organización[26] y mejora de relaciones sociales en espacios aprovechando el uso de las nuevas tecnologías y en los que tienen cabida tanto el imaginario colectivo como la participación ciudadana. La ética y la vida de la comunidad, como ideales utópicos históricos, afloran de nuevo para reflejar significaciones culturales de las sociedades urbanas. En estos nuevos paisajes urbanos pasan a primer término la innovación, la creatividad y el dinamismo de estrategias que se plantean mejorar las relaciones entre individuos en contextos concretos y todo ello con el uso habitual de herramientas digitales contemporáneas. Términos como bottom-up[27], empoderamiento[28] o cultura abiertacobran protagonismo en nuestros días en relación con otros como gestión, comunicación o regulación urbana, si bien ciertamente parecen excluyentes, sobre todo por el punto de vista en el planteamiento o enfoque de partida. Estas dinámicas de innovación, creatividad y utilización estratégica del espacio, basadas casi siempre en los entornos de trabajo en red y las nuevas tecnologías, surgen así asociadas a modelos participativos de gestión urbana[29] y buscan mejorar las relaciones sociales en contextos urbanos. La desaparición de la tradicional estructura piramidal[30] es la mayor novedad y la cualidad definitoria de la nueva dinámica de trabajo. La arquitectura deja de tener protagonistas en solitario debido a la pura eficacia organizativa de colectivos de arquitectos coordinados alrededor de respuestas a problemas sociales y en los que la capacidad de diálogo y la hibridación son notas características. El cambio de paradigma del urbanismo contracultural y las inteligencias colectivas[31] tiene que ver con los nuevos formatos expresivos de jóvenes arquitectos que plantean fórmulas de colaboración en colectivos basados en el urbanismo de acción y la participación ciudadana[32].

5. BERLÍN COMO PARADIGMA

La importancia de la diversidad ciudadana en las grandes ciudades es otro de los grandes condicionantes del urbanismo actual; a la idea tradicional de lugar como experiencia sensible de interpretación de los hechos en el tiempo (sentimientos y memoria o recuerdos) vienen a sumársele las referencias propias de los diferentes grupos sociales como punto de partida para imaginar una ciudad nueva. Así, con estas nuevas premisas, el obligado compromiso con la ciudadanía adquiere hoy un enorme protagonismo con el activismo desencadenado por las redes sociales, casi siempre en relación a otros asuntos de interés general como la sostenibilidad o la ecología. Con anterioridad a este fenómeno, el compromiso con la cultura y la historia unido a la propia percepción de la ciudad por parte del imaginario colectivo, ha planteado siempre un debate público, sobre todo en sociedades que hacen gala de una actitud sensible y participativa, en aras, por un lado, de la defensa de las premisas de identidad de la propia comunidad[33], pero por otro con una actitud de apertura sensible y crítica hacia el conjunto del entorno vital, especialmente en momentos históricos críticos.

Así, por ejemplo en el caso concreto de Berlín, estaríamos el paradigma de las controversias sobre urbanismo y ciudad histórica europea. La ajetreada historia urbanística de la ciudad a lo largo de todo el s.XX ha estado casi siempre asociada a los avatares políticos de sus contiendas bélicas, pero sobre todo a las consecuencias de los mismos. Los arquitectos vanguardistas alemanes de los años 20, entre los que pueden citarse figuras como Erich Mendelson, Martin Wagner o los hermanos Luckhardt, querían ante todo incorporar la velocidad y el tráfico rodado[34] en la ciudad. Unas décadas después, hacia los años 50, el barrio berlinés de Hansaviertel pasó a convertirse en una especie de en escenario artístico en el que numerosos arquitectos dejaron su impronta[35]. El concurso internacional de Berlín de 1958 en el que Hans Scharoun obtuvo el segundo premio (en otra línea Le Corbusier pretendía introducir sus propuestas de máquina para vivir) supuso también una renuncia sobre el modelo antiguo de ciudad ya que planteaba esencialmente reinventarse la ciudad[36] y construir viviendas para obreros. Frente a estos planteamientos radicales procede adoptar una visión más amplia, respetuosa y conciliadora con el pasado, para entender que es negativo eliminar de forma radical los vestigios históricos, ya que el 80% de la ciudad de Berlín[37] se construyó de nuevo en medio siglo de experimentos (1945-2010[38]), lo que se traduce en la casi inexistencia de puntos de referencia históricos. Tras la demolición del muro, el gobierno convocó el Concurso internacional para la Potsdamer Platz[39] de 1991, verdadero símbolo de la reunificación y del que surgió ganador el estudio muniqués de Hilmer & Sattler[40]. Se trata, en este caso, de un proyecto que favorecía una propuesta de baja densidad parecida a la Potsdamer Platz de los años 20, con menos dosis de vanguardia y más plazas y calles para los ciudadanos. Sin embargo, la verdadera fama de esta plaza se la debe a haber sido escenario de obras de celebridades como Renzo Piano, Arata Isozaki, Richard Rogers o Rafael Moneo.

Referencias

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Correspondencia(Para más información contacte con):

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[1]Véase Alomar, Gabriel: Sociología urbanística. Madrid Aguilar, 1961, p.163: “La especie humana es la única especie cuyo hábitat se extiende por toda la tierra. Contribuye a esto, el hecho de que el hombre es el único ser viviente que se sabe crear su propio hábitat.”

[2] Sobre una reflexión sobre el habitar véase Ekambi Schmit, Jézabelle: La percepción del hábitat. Barcelona Gustavo Gili, 1974, pp. 21 ss.

[3] Dicho sistema de valores abarcaría un amplio espectro que iría desde la arquitectura vernácula sin arquitecto hasta la arquitectura como producto artístico (Bienal de Venecia).

[4]Sobre la definición de hábitat, véase Ekambi Schmit, Jézabelle: La percepción del hábitat. Barcelona Gustavo Gili, 1974, pp. 23: “Por tanto, es a la vez un objeto –el inmueble-, la localización de este objeto –el lugar-, y el modo de utilización de este objeto situado: la acción de habitar”.

[5] Aglutinadas todas ellas en torno a dos tipos de modelos, uno sistemático basado en el método análisis-síntesis y otro de carácter sistémico, que opera a partir de bucles recurrentes.

[6] Véase Rossi, Aldo: Para una arquitectura de tendencia: escritos 1956-1972. Barcelona: Gustavo Gili, 1977, p.183: “La cultura arquitectónica y urbanística, impresionada y casi obsesionada por el problema del conjunto, del diseño general de la ciudad, está perdiendo de vista la noción concreta de intervención”.

[7] El “espíritu de los tiempos” o Zeitgeist  es la idea básica que subyace en el libro Espacio, tiempo y arquitectura de Sigfried Giedion.

[8] Véase Alexander, Christopher: La estructura del medio ambiente. Barcelona: Tusquets, 1971, p.20: “Cuando los elementos de un conjunto se agrupan porque cooperan o colaboran de alguna manera, decimos que el conjunto de elementos es un sistema”. Op. cit, 97: “La morfología de cada medio ambiente es el producto de millones de actos individuales realizados por sus constructores; y estos actos están dirigidos, exclusivamente, por la combinación de imágenes que dichos constructores ya tienen en su mente en el momento de actuar”.

[9] Véase Colquhoun, Alan: La arquitectura moderna una historia desapasionada. Barcelona: Gustavo Gili, 2005, p. 209 ss.

[10] En relación con la teoría de la rotación cíclica en el arte véase Cortés, Juan Antonio: Modernidad y Arquitectura. Valladolid: Secretariado de Publicaciones. Universidad de Valladolid 2003, p.77: “Las realizaciones del pasado pueden tener una recurrencia futura; ya que la historia no es una sucesión mecánica de causas y efectos, de antes y después, dichas realizaciones del pasado pueden participar en el presente de una manera que no está sometida a la sucesión temporal”.

[11] Véase Maderuelo, Javier: La idea de espacio en la arquitectura y el arte contemporáneos 1960-1989. Madrid: Akal , 2008, p.339. La idea de arte en el paisaje fue abordada por primera vez con Escultura fuera del pedestal, 1973 obra de Robert Morris.

[12] En relación con diversas  manifestaciones urbanas de arte público, véase Estévez, Xerardo et al.: Arte público: naturaleza y ciudad. Lanzarote: Fundación César Manrique, 2001.

[13] Por ejemplo, frente a los skaters, auténticos artífices de transformaciones considerables de usos.

[14] Véase op. cit. p. 17: “El lugar es, por tanto, un tipo concreto de espacio, aquel que posee unas condiciones físicas determinadas y una forma emotiva y simbólica que se hacen reconocibles, lo que le permite poseer un nombre propio.”

[15] En relación con diversas políticas culturales creativas en Madrid y Barcelona, véase Manito, Félix (ed.): Ciudades creativas: creatividad, innovación, cultura y agenda local. Barcelona: Fundación Kreanta, 2010.

[16] Sobre la práctica social y la práctica espacial véase Panerai, Philippe et al.: Elements d’analyse urbaine. Bruxelles: Archives d’Architecture Moderne, 1980, p. 128.

[17] Véase Wieczoreck, Daniel: Camilo Sitte et les débuts de l’urbanisme moderne. Bruxelles: Pierre Mardaga, 1981, p. 15: “Jusqu’à la Revolution industrielle, on peut considerer que le complexe urbain est un système sémiotique en relation implicite permanente avec les autres systèmes sociaux …” .

[18] Como podría ser la interpretación de la dimensión simbólica del arte (luz, espacio, materiales, volúmenes, colores) en el espacio urbano de la sociedad contemporánea.

[19] Para las relaciones arte_arquitectura_paisaje, véase Zardini, Mirko (ed.): Sense of the City: an Alternate Approach to Urbanism. Montreal: Lars Müller Publishers, 2005.

[20] En relación con la importancia del lugar en opinión de Kenneth Frampton, véase Lizondo, Laura: “Conversando con Kenneth Frampton”. En revista EGA Expresión Gráfica Arquitectónica. 2012,  Nº 20. Año 17. Valencia: Asociación Española de Departamentos Universitarios de Expresión Gráfica Arquitectónica, p. 31.

[21] Véase Rodríguez Léon, Luis Carlos (coord.): El futuro de la ordenación territorial. Sevilla: Instituto Andaluz de Administración Pública, 2008, p. 336: “Los bienes patrimoniales no solo tienen una relación pasiva con su contexto físico sino que pueden llegar a ser elementos constitutivos del mismo. Pueden ayudar a construir un paisaje. Un paisaje caracterizado por la componente cultural”.

[22] Por ejemplo, algunos colectivos documentan su actividad en la red utilizando el vídeo como herramienta de crítica.

[23] Véase Picon, Antoine: “Digital Architecture and the Poetics of Computation”. En Forster, Kart W. y otros: Metamorph Focus. Venezia: Fundazione La Biennale di Venezia, [s. a.],p.58.

[24] El uso de las nuevas tecnologías en la comunicación para catalizar dinámicas de colaboración supone compartir información y dinámicas que ayudan a una comunidad involucrada en un proyecto seguir la marcha de todo el proceso colaborativo. El compartir información ayuda a la mejora de los resultados y favorece la comunicación horizontal (webs, blogs y redes sociales) para consolidar a un grupo de personas en torno a un proyecto concreto, en un proceso de migración de la información que se ve enriquecido con las aportaciones de una diversidad de puntos de vista.

[25] Así, el enorme potencial de esta última en el desarrollo de procesos de participación y autogestión guarda una estrecha relación con las opiniones públicas, volcadas en las redes sociales, de amigos y conocidos. La red permite la experimentación, a velocidad de vértigo, de procesos y creaciones colectivas capaces de generar Commons o nuevos bienes comunes al margen de las reglas del mercado. En su aplicación al espacio urbano, la esfera digital es un espacio privilegiado de comunicación, gestión y transformación colectiva del espacio público, con una dinámica de intercambio abierto característica de la blogosfera actual.

[26] El colectivo de arquitectos jóvenes del panorama arquitectónico español se interesa por los nuevos mecanismos de gestión urbana en relación con la crisis actual del sector. La desilusión y la falta de perspectivas se traduce en la propuesta de nuevos modelos en los que los colectivos de personas juegan un papel esencial que afecta al cambio de modelo profesional del arquitecto en lo relativo a la propia metodología de trabajo de la profesión y a las relaciones entre arquitectura y sociedad; creatividad y auto-encargo aparecen ahora como descriptores claros de la nueva situación basada en estructuras horizontales de interacción y en la difusión de trabajos en la red con el apoyo de plataformas alternativas.

[27] Bottom-up es una estrategia, utilizada en ciencias de la información, relativa al procesamiento de información en la que el diseño de las partes individuales precede al proceso en el que se enlazan para formar componentes más grandes. El concepto “BOTTOM-UP” en la arquitectura y su relación con la sociedad fue tratado en la 7ª Edición del Festival Internacional de Arquitectura EME3 (Barcelona, del 28 de junio al 1 de julio de 2012).

[28] El origen de la filosofía del empoderamiento data de los años 60 a partir del trabajo de Paulo Freire y los enfoques participativos, sobre todo en relación con  los sectores pobres y marginados y en aras de un desarrollo humano y sostenible.

[29] Se trata de acciones surgidas de la sociedad civil y que apuestan por la creatividad y la innovación.

[30] Véase Debord, Guy: La sociedad del espectáculo. Valencia: Pre-Textos, 2012, p.62: “… los intereses relativamente contradictorios de las clases o de las subdivisiones de clases reconocidas por el sistema, y en la medida en que definen su propia participación en el poder”.

[31] Op. cit 141: “El mundo posee ya el sueño de un tiempo del que ha de alcanzar ahora la conciencia, para vivirlo realmente”.

[32] Véase Español, Joaquím: Forma y consistencia. La construcción de la forma en arquitectura. Barcelona: Fundación Caja de Arquitectos, 2007, p.89: “La trasgresión obsesiva de las reglas ordenadoras, que a menudo es fruto de esta transposición directa, lleva latente dos riesgos: el amaneramiento fruto del exceso sistemático y la neutralización de los mismos efectos que se quieren conseguir, porque la abundancia de transgresiones deja de ser significativa”.

[33] Para ampliar información sobre la ordenación territorial en el caso concreto de Andalucía, véase Rodríguez Léon, Luis Carlos (coord.): El futuro de la ordenación territorial. Sevilla: Instituto Andaluz de Administración Pública, 2008.

[34] En sentido contrario, el proyecto de Mies van der Rohe para el Concurso de la  Alexanderplatz de 1929 hace gala de una evidente asimetría arquitectónica ajena al tráfico y contraria a toda rigidez simétrica.

[35] Cabe citar a algunos como Walter Gropius, Alvar Aalto, u Oscar Niemeyer.

[36] Véase Hernández Cardoso, Abilio: “Germania, anno zero: uma cidade sem tempo, un corpo sem espaço”. En Pedro Baía et al.: Berlim: reconstruçao crítica.Portugal: Circo de Ideias, 2008, pp. 23-25.

[37] Sobre la particular historia de la arquitectura berlinesa, véase Kleihues, Josef-Paul: Berlino (Ovest) e l’I.B.A.’84.Venecia: Cluva Università, 1984, p.5 ss.

[38] Sobre las transformaciones de la ciudad de Berlín, véase Stimmann, Hans: Berlino: 1940-1953-1989-2000-2010. Fisionomia di una grande città. Genève: Skira, 2000.

[39] Concursos propios como los de Sony, Daimler-Benz y Asea Brown Boverie (ABB) han convertido a la Potsdamer Platz en la plaza de las grandes empresas.

[40] Sobre los proyectos para los concursos de la Postdamer Platz y la Leipziger Platz de Berlín (1991), véase Von Moos, Stanislaus: Hilmer & Sattler. Buildings and projects. Stuttgart: Axel Menges, 2000, p.11.

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