Comunicación Greencities&Sostenibilidad 2012/Bienal/Edificación Sostenible

Resumen

La rehabilitación de ciudades históricas es sin duda un paso hacia la sostenibilidad. Pero para la rehabilitación de sus edificios es preciso adoptar criterios de ahorro energético. Sólo así será posible mantener edificios y ciudades históricas en activo.

Es importante para la rehabilitación, un profundo y exhaustivo estudio de lo edificado. Pero es fundamental un criterio claro y valiente de la intervención arquitectónica pues en el valor  arquitectónico de lo edificado está intrínseco el que sea susceptible para nuevos usos. Pues puede que no haya nada más insostenible que mantener vacíos nuestros mejores edificios.

1. Ciudad y edificios

Nadie cuestiona hoy que la rehabilitación de nuestras ciudades es un camino hacia lo sostenible. Todos los servicios que demandamos como mínimos necesarios: red de alcantarillado, agua, electricidad, internet, fibra óptica, basuras, resultan diez veces mas económicos en la ciudad compacta que en la ciudad dispersa. La simple concentración urbana parece liberar de presión urbanizadora al resto del territorio.

Nuestras ciudades históricas se resisten a desaparecer. Cuando parecen llegar a su fin, en realidad se rehacen. Eso han hecho nuestras ciudades desde la antigüedad. Cada vez que  observamos ruinas de una parte de la ciudad histórica, de otra parte se regenera, por vacíos inesperados.

En Málaga hemos podido asistir recientemente a un nuevo morir y renacer de la ciudad justo al pie de la ladera de Gibralfaro. Tras largos años desaparecido o quizá más bien latente, ha resurgido un espacio urbano: Alcazabilla, al que algunos todavía hoy llaman calle.  Desde un vacío casi imposible de reconfigurar entre el caserío renace una parte de la ciudad, como foro o salón, sin ley ni alineación. Así existe la ciudad histórica  en continuo resurgir de entre sus ruinas, de entre sus cenizas, como un ave fénix.[1]

La ciudad no se regenera de una vez, lo hace pieza a pieza, hueco a hueco. Calle y edificio forman parte de una misma realidad, como las dos caras de una moneda. Las fachadas de los edificios van configurando la piel tersa de las calles, y en su conjunto van conformando un material que no existe en urbanizaciones y extrarradios: el espacio urbano.

Este espacio urbano es materia etérea, que constituye el espacio arquitectónico de todos, es una suma de espacios existenciales de todos sus habitantes, esto es: una amalgama de vacíos referenciados, de lugares en la memoria, suma de luces y sombras, sensaciones y recuerdos en las que lo humano se retroalimenta para vivir.

Esta materia etérea, vital para el hombre, es a nuestro entender determinante en el ahorro energético de nuestras ciudades,  tanto como un correcto de nuestros edificios, pues en esa materia sustenta el hombre cultivado, el urbanita, su equilibrio habitable.

2. Lo edificado como un palimpsesto

Cada edificio histórico que sobrevive en nuestras ciudades llega hasta nosotros por muy diversas causas. En primer lugar ha tenido que ser sólido en sus materiales y acertado en su construcción, pero también ha tenido que ser afortunado con sus usuarios, pues cada nuevo morador que habita un edificio, sobre su trazado inicial, cuanto menos deja  su propia huella.

Cada huella siempre ha sido dibujada, sobre otra anterior borrada y a su vez sobre su estructura original, como las calles de la ciudad histórica, como un palimpsesto.[2]   Así pues la supervivencia del valor material y arquitectónico de los edificios depende en parte de  su naturaleza física y en parte de su particular devenir a lo largo del tiempo.

Rehabilitar un edificio implica un estudio exhaustivo, que podemos explicar como un sistema de ecuaciones. Ecuaciones entre las distintas acepciones de la palabra valor, valor material, constructivo, sentimental, además del arquitectónico y sus diferentes estados.

Ecuaciones tales que estado de la estructura, estado de la construcción, sistema constructivo, relación valor construido / valor a construir,…., en las cuales no están definidas a priori las incógnitas. Rehabilitar es plantear una matriz de variables en sistema de ecuaciones de la que hacer surgir una suma de decisiones (proyectuales).

Al plantear la rehabilitación del Palacio de La Aduana de Málaga, encaminamos nuestro proyecto a la recuperación del valor arquitectónico del edificio pues entendimos ligado su valor histórico a su valor arquitectónico. A nuestro entender éste se apoyaba en una doble premisa:

- la recuperación de su imagen original

- la recuperación de lo esencial de su arquitectura: su cohesión interna

Ambas premisas de proyecto para la rehabilitación del palacio, con origen en el rescate del valor arquitectónico del edificio tienen clara repercusión en el ahorro y en la eficiencia energética del edificio resultado como veremos a lo largo de esta exposición.

El edificio de La Aduana, por su inspiración neoclásica, tiene de origen una lectura limpia que se apoya en unos principios de composición claros. Sin embargo, en el año 2006 tras la envolvente ordenada y equilibrada de sus fachadas, se escondía un caos cocinado a lo largo de los años transcurridos desde su incendio en 1927.

En aquel momento, el palacio era un edificio espacialmente  fragmentado, discontinuo y compositivamente ilegible en su interior; tabicado  “en distintos retales” de pasadas historias que se materializaban en inconexas dependencias: comisaría de policía, casa del gobernador, delegación de gobernación, oficinas, archivo….

Tras el examen detallado de su estado actual, procedimos al contraste planta a planta entre el estado anterior al incendio con el actual. Y con el desfile de imágenes de todas aquellas plantas, la observación detenida de la planta semisótano resultó ser reveladora. (Fig. 2-3)

En ella se reseñan unas pequeñas dependencias que quedan bajo la rasante del patio pero sobre rasante del parque. Por el dibujo de la planta se muestra un gran contenedor  delimitado por un cuadrado que define la traza exterior de las cuatro fachadas del edificio. En su interior aparecen dibujados a trazos una serie de elementos en malla cuadrada. Esta planta transcribe el encuentro del edificio con el terreno, intersección que produce una huella en profundidad, la que horadan los cimientos de los muros.

Fig.2- Palacio de la Aduana.  Estado actual. Planta baja. Año 2005

Fig.2- Palacio de la Aduana.
Estado actual. Planta baja. Año 2005

Fig.3  Palacio de la Aduana Estado actual. Planta semisótano. Año 2005

Fig.3 Palacio de la Aduana
Estado actual. Planta semisótano. Año 2005

En esa huella dibujada sobre el terreno se manifiestan en interrelación más esencias: entre los macizos del muro, los vanos y entre los machones del espacio en planta, los intervalos.  Vano e intervalo, medida, proporción y ritmo son los que pautando el espacio atravesado caracterizan el edificio. Y son resumen de su cohesión interna, su orden estructural-espacial.

Tras este pequeño descubrimiento, volvemos nuestros ojos al resto de las plantas del edificio en su estado actual y comenzamos a entrever las sucesivas intervenciones a lo largo del tiempo, dibujadas por cada morador en su uso como huella sobre huella. Y leemos la planta del edificio que llega a nosotros como un palimpsesto. (fig.2)

Desde el recuerdo de ejemplos de arquitectura masiva, nos acercamos a la Mezquita de Córdoba y procedemos a realizar un ejercicio comparativo situando junto a esta planta “esencial” de la Aduana, la planta primigenia de la Mezquita. Del contraste de las dos imágenes, desde sus similitudes y semejanzas surgen más ideas y constataciones.

Fig.4- Palacio de la Aduana  Estado actual. Planta sótano. Año 2005

Fig.4- Palacio de la Aduana
Estado actual. Planta sótano. Año 2005

Fig.5- Mezquita de Córdoba  Primera construcción de Abderraman I. Año 880.

Fig.5- Mezquita de Córdoba
Primera construcción de Abderraman I. Año 880.

La planta de la primitiva Mezquita muestra un recinto cuadrado definido por cuatro muros que se divide en dos: un espacio descubierto y un espacio cubierto, patio y sala de rezos (fig.5).  En su mitad cubierta, se lee una suerte de líneas paralelas a trazos interrumpidos que se dibujan en perpendicular hacia la quibla y se sitúan equidistantes entre sí. Cada línea define un muro de apoyo y cada equidistancia la luz máxima entre apoyos.

De esta planta entendemos la existencia de un orden interno que se manifiesta con claridad, en la unidad estructural–espacial línea de pilares y luz de cubierta. Del otro lado, la planta semienterrada de La Aduana (fig.4) nos habla de una unidad de trama compuesta por pilares equidistantes 5 metros equidistancia que se cubre con una bóveda y que se repite en las dos direcciones de la planta.

Cada edificio tiene un orden que lo hace posible (construible). Este orden subyace en el edificio y en la medida en que no interfiramos en él, el edificio conservará su lectura y esencia. Rafael Moneo[3] a través del examen de la planta primigenia de la Mezquita de Córdoba, entendió que en la definición clara de sus principios formales podía residir el éxito de sus posteriores ampliaciones e intervenciones (fig. 6-7).

Fig.6- Mezquita de Córdoba Primera construcción de Abderraman I. Año 880.

Fig.6- Mezquita de Córdoba
Primera construcción de Abderraman I. Año 880.

Fig.7-Mezquita-Catedral  de Córdoba  Planta. Hernán Ruiz. Año 1523.

Fig.7-Mezquita-Catedral de Córdoba
Planta. Hernán Ruiz. Año 1523.

3. Intervención: en busca de un nuevo orden

Toda rehabilitación impone sobre el edificio preexistente un nuevo uso. Un nuevo uso significa una manera distinta de imaginar su espacio interiory concebir y disponer los elementos que lo hacen posible. El nuevo uso aporta su propio orden. Toda intervención sobre el edificio que quiera cuando menos ser correcta deberá establecer un nuevo orden legible e independiente del preexistente en el edificio.

En su libro, “la casa, forma y diseño”[4],  Charles Moore propone para pensar la casa, hacerlo desde la existencia de tres órdenes superpuestos: las habitaciones, las máquinas y los sueños. Y sitúa la casa ideal de cada uno, en la conjunción particular de estos tres órdenes.

Los edificios históricos disponen de un orden intrínseco, el de su esencia que además le confiere un valor arquitectónico. Sin embargo han quedado obsoletos, incapaces de ser adaptados a la realidad; precisan de un nuevo uso y de unas máquinas para su supervivencia, que los haga habitables. La rehabilitación de un edificio dependerá de una correcta cohabitación entre nuevo uso y espacio antiguo. Dependerá de la superposición de un orden nuevo a su orden intrínseco.

Fig.8-Planta semisótano. Levantamiento del estado actual. Anterior al proyecto de rehabilitación. Año 2005

Fig.8-Planta semisótano. Levantamiento del estado actual. Anterior al proyecto de rehabilitación. Año 2005

Fig.9- Esquema de intervención en planta.  Primeros borradores. Croquis del autor. Año 2006.

Fig.9- Esquema de intervención en planta.
Primeros borradores. Croquis del autor. Año 2006.

Al pensar el edificio ahora como Museo, superponemos un nuevo orden sobre lo esencial de La Aduana, y lo hacemos trabajando en tres frentes, cómo se concibe su espacio interior,  (el orden de las habitaciones, desde el vacío), como se hace posible ese espacio interior estructural, constructivo y habitable por medio de la introducción de nuevos elementos y sus leyes (el orden de las máquinas) y cómo podremos llevar al edificio su soñada imagen original (el orden de los sueños).

4. Intervención: desde las máquinas, desde el vacío, desde los sueños

Las máquinas hacen a los edificios habitables, pero están en continuo proceso de diseño y en general se diseñan para edificios de nueva planta. La introducción de las máquinas en un edificio histórico como es el caso del Palacio de la Aduana supone introducir objetos que se rigen por leyes que poco tienen que ver con su orden intrínseco, que es el de un palacio neoclásico.

Cuando hablamos aquí de máquinas, nos referimos a ascensores, escaleras, aseos, armarios,  zonas de servicio y redes de instalaciones que van a hacer funcionar el edificio.

En general las máquinas introducen sus propias leyes en los edificios. De un lado, estas rigen los movimientos horizontales de usuarios delimitando distancias en planta (a aseos y escaleras y ascensores) y de otro, movimientos y flujos verticales en el edificio que  llevan cosas, bien de arriba abajo (aire acondicionado), bien de abajo a arriba (agua, electricidad).

Dado que todas las máquinas, son determinadas por un “régimen de cargas” y fijadas por una “red de distancias”, para la rehabilitación de La Aduana pensamos el orden de las máquinas con origen independiente al estructural del edificio dado que debe funcionar superpuesto a él.

De aquí surge la decisión de concentrar en planta la acción de las máquinas en nudos concretos del edificio. Este interés se puede observar desde los bocetos iniciales de planta del proyecto. En principio se dibujan cuatro grandes nudos para la introducción de los elementos nuevos que funcionen. Nudos que posteriormente pasarán a ser  tres y después se convertirán en torres que atraviesan en vertical todo lo edificado.

Desde su concentración prefijada en grupos, las máquinas buscan su posición relativa entre ellas, como si pudieran moverse y marcan entre sí las distancias: de evacuación en las escaleras, de uso en los aseos, de abastecimiento de ascensores a planta, optimizando espacios entre ellas. En primer lugar las cuatro torres se sitúan en planta junto a las esquinas interiores del patio (ángulo ciego), para después mediante un gesto en hélice buscar una mejor relación con el patio en rincón de claustro. (Fig.10-11).

Fig.10- Esquema de intervención en planta.  Primeros borradores. Croquis del autor. Año 2006.

Fig.10- Esquema de intervención en planta.
Primeros borradores. Croquis del autor. Año 2006.

Fig.11-esquema en hélice. Primeros borradores  Núcleos de máquinas. Torres de instalaciones.2006

Fig.11-esquema en hélice. Primeros borradores
Núcleos de máquinas. Torres de instalaciones.2006
Primeros borradores. Croquis del autor. Año 2006.

Este gesto de concentración en cuatro permite que todo los elementos ajenos a lo edificado se ordene según su propia naturaleza: escaleras, aseos, dependencias de control y de servicios, máquinas de aire, cuadros eléctricos,… Así la intervención se traza independiente a la estructura preexistente, y la rehabilitación se entienda como superposición.

La concentración de aseos y escaleras va a posibilitar la aparición de plantas intermedias, dado que las alturas de planta son de 7m frente a los 2,70m de la altura libre que precisa un aseo. Las torres son ahora más torres, pues disponen de entreplantas.

Esto hace a los nudos aún más singulares, provoca que la sección del edificio se especialice, entre espacios servicios y servidores. Además hace bascular en torno a los nudos o rotos del edificio las redes de instalaciones que se sirven de las entreplantas.

Constatamos que el orden de las máquinas no solo construye leyes independientes al edificio sobre el que se superpone sino que además es un orden más vertical que horizontal.

La concentración en núcleos ha abierto un camino de mayor libertad para la colocación de las máquinas y el diseño y trazado de las instalaciones, ahora bien concentrar las máquinas supone aunar la rotura dentro de la edificación en rehabilitación.  Entonces recordamos unas palabras del profesor Sáenz de Oiza cuando explicando el proyecto de su torre para el Banco de Bilbao en Madrid decía “cuando tengas un edificio, debes llenarlo de agujeros…”.

Estas grietas son fundamentales para hacer respirar los edificios, finalmente  se abren tres grandes grietas verticales de arriba abajo. Pero esta concentración se apoya a su vez en la separación que las tres heridas abiertas se ordenan entre sí.  El nuevo orden se dibuja desde sus vacíos espaciados entre sí, ordenados desde una matriz posicional. (fig.15).

Fig.12- esquema de desarrollo vertical de los núcleos de comunicaciones e instalaciones.

Fig.12- esquema de desarrollo vertical de los núcleos de comunicaciones e instalaciones.

Fig.13- apertura de cuatro bóvedas   para el encaje de los núcleos.

Fig.13- apertura de cuatro bóvedas
para el encaje de los núcleos.

Entendemos estos núcleos verticales como grandes chimeneas donde concentrar los espacios huecos, los pasos que necesariamente han de comunicar las plantas entre sí, y todas a su vez con el suelo y el cielo. Esos huecos serán recorridos por los montantes de instalaciones. Desde ellos en cada cruce de planta o nivel se obtienen distancias nunca superiores a 30m. para el trazado de  derivaciones horizontales.

A la optimización de escaleras y ascensores y aseos se suma un trazado de las redes de instalaciones que resulta de lectura clara en el conjunto del edificio. Y de un trazado claro deriva sin duda una economía de medios.

De entre todas las instalaciones proyectadas, brilla por su optimización, el sistema de aire acondicionado. Un sistema de climatización todo aire en el que las unidades de tratamiento de aire están alejadas del sistema del espacio que se acondiciona.

La exigencia de llevar aire en determinadas condiciones a cualquier punto del edificio se canaliza a través de las tres grandes perforaciones de lo edificado, dado que cada torre es un vacío que atraviesa por igual todas las plantas (fig.12 y 13).

Como primera medida, se piensa en el sistema como conjunto y se proyecta una unidad centralizada de frío-calor. Esta unidad central se compone de dos máquinas capaces para cuatro ciclos, que se sitúan en planta cubierta en zona ventilada.

Esta unidad centralizada garantiza las necesidades de todo el edificio y lo hace alimentando  cuatro grandes climatizadores de columna.

Cada uno de estas tres grandes máquinas se ubican en la parte superior de cada columna o torre y desde esa posición en cabeza llevan cada una agua fría a distribuidores independientes de planta. Una vez  tratado el aire en los climatizadores de columna se distribuye a cada planta de dos maneras distintas: bien a climatizadores independientes, bien a unidades terminales.

Esta fragmentación en cadena, de máquinas nodrizas que abastecen a otras hacen posible que el aire una vez tratado tenga circuitos cortos en circulación, hecho que significa menores pérdidas y por tanto menor coste energético.

En cada una de las torres, que agrupan ascensores, escalera, aseos y servicios, gracias a la altura libre de que disponen las plantas baja y primera (casi siete metros), se construyen entreplantas sobre los aseos y servicios. En ellas  se ubican los climatizadores de planta.

Junto a las perforaciones verticales de ascensores viaja el aire frio hacia abajo, envuelto por un plenum para el aire de retorno que va aumentando su sección hacia arriba ocupando la disminución que experimenta en paralelo el conducto de impulsión.

El ahorro energético queda asegurado por el sistema centralizado que aprovecha la simultaneidad de cargas. Ahora bien queremos aquí dejar claro que el verdadero ahorro se inicia gracias al planteamiento de la superposición de órdenes sobre lo edificado para el diseño de las instalaciones en la rehabilitación de un edificio histórico.

Fig.14-Planta baja.  Estado previo al proyecto. Año 2006

Fig.14-Planta baja.
Estado previo al proyecto. Año 2006

Fig.15.-Planta baja. Proyecto de rehabilitación  de la Aduana para Museo de Málaga. Año 2012

Fig.15.-Planta baja. Proyecto de rehabilitación
de la Aduana para Museo de Málaga. Año 2012

5. Intervención: …., desde el vacío, desde los sueños

De nuestra observación de aquella planta semisótano, se reveló la condición de arquitectura masiva del Palacio de la Aduana y de la contemplación detenida de la misma como huella: lo esencial del edificio, su relación intrínseca: espacio-estructura.

Sus elementos estructurales: muros de fábrica perimetrales y pilastras son uno con el sistema constructivo de bóvedas de ladrillo que techa la totalidad del edificio en su planta baja. El grueso en planta de los muros es reflejo de la importancia de la fábrica en altura.

Durante la obra, el proceso de demolición de añadidos interiores, implicó un vaciado sin igual de escombros. Tras la eliminación de tabiquerías y falsos techos a veces en tres líneas superpuestos, se detectaron que los forjados superiores, además de ser posteriores al incendio, presentaban defectos y graves carencias resistentes. Su eliminación devolvió al espacio interior asfixiado su aire natural. (Fig. 14-15)

Surgió  entonces la necesidad de forjar de nuevo la planta segunda del edificio. Cabía la posibilidad de pensar la estructura desde la naturaleza masiva de su arquitectura. La realidad física de los muros del palacio, su fábrica, su potencia y capacidad portante nos conducían a que la solución estructural conllevase realzar los muros y ponerlos en valor.

Fig.16- Secciones de forjados postesados.  Planos de proyecto.

Fig.16- Secciones de forjados postesados.
Planos de proyecto.

Fig.17-Forjado de planta segunda.  Montaje de armaduras. Foto de obra. Año 2009.

Fig.17-Forjado de planta segunda.
Montaje de armaduras. Foto de obra. Año 2009.

Esta intención/obsesión condujo a pensar una solución estructural que se sirviese físicamente de los muros al máximo. Y se estudió una estructura horizontal de forjados de fachada a fachada construible gracias al hormigón pretensado, concretamente a forjados de hormigón pretensado postensado. Tras el desencofrado aparecieron frente a frente muros de patio y muros de fachada (Fig.16-17)

Estos forjados postesados presentan inferior canto y menor cantidad de estructura respecto a los más comunes y usados en edificación. Esta elección supone un doble ahorro de material, de un lado en la cantidad de hormigón (menor canto) y de otra en el acero empleado (menor cantidad de armaduras pasivas). Y además, por otra parte, pone aun más en carga a los muros históricos, ennoblece la fábrica superviviente, al adjudicarle aun más trabajo en lugar de liberarla de él.

Realzar la arquitectura masiva del palacio nos ha conducido a una estructura de forjados que se aligera en sí misma a la par que se sirve al máximo de la capacidad de los muros. En conclusión la rehabilitación con principios en el rescate del valor arquitectónico, ha reducido el coste económico, ha significado un ahorro energético y ha concluido en una solución constructiva sostenible. El compromiso con la naturaleza del edificio, arquitectura masiva,  resulta un valor económico y ha traído como resultado de un volumen lleno de vacío[5].

Fig.18-interior de sala de planta primera    Bajo forjado postesado. Año 2009.

Fig.18-interior de sala de planta primera  
Bajo forjado postesado. Año 2009.

6. Intervención: ……, desde los sueños

Por último, del orden de los sueños, nos viene la necesidad de recuperar la imagen original del edificio con su cubierta inclinada. Para la recuperación de esta imagen soñada se piensa en una técnica y un material nuevo, (fundición de aluminio) en orden independiente a lo edificado compartiendo la postura de Camilo Boito [6] en cuanto a la actuación en edificios históricos.

La estructura de cubierta se apoya sobre las cornisas y sus espacios abuhardillados soñados se descuelgan desde ella y sobre los interiores del edificio en múltiples soluciones que hacen homenaje a ese mundo soñado de desvanes perdidos en el incendio.

Las nuevas buhardillas, los espacios bajo cubierta de salón de actos,  restaurante,  biblioteca, etc. quedan literalmente colgados de una estructura nueva que descansa sobre los muros exteriores. Este alarde estructural, en cerchas metálicas y fundición de aluminio, suma el orden nuevo de los sueños al orden preexistente de arquitectura masiva, aprovechando la potencia de los muros de metro y medio, homenajeando a sus fábricas.

El Palacio de la Aduana ha llegado hasta nosotros como huella de una manera de hacer y de pensar de otro tiempo, el S.XVIII, concretada en una construcción en fábrica de ladrillo y piedra. La fortaleza con que los nazaríes protegieron Málaga, fue completada por arquitectos de la ilustración con una joya perfecta: una construcción atirantada en cuatro líneas iguales, en cuatro caras proporcionadas en ancho y alto. El conjunto palaciego militar de Málaga y su Alcazaba fue rematado con un cuadrado perfecto, puro artificio del neoclásico italiano.

La intervención del XXI es un eslabón más en ese edificar sobre lo edificado que es característica constante de nuestros legados históricos: artefacto constructivo (Fig.19) que precisa del necesario transcurrir del tiempo para poder ser entendido como otra huella sobre huella, en el palimpsesto de su ciudad.

Fig. 19.- foto de la maqueta. Proyecto de rehabilitación del palacio de la aduana para museo de Málaga.

Fig. 19.- foto de la maqueta. Proyecto de rehabilitación del palacio de la aduana para museo de Málaga.

Desde el orden de los sueños, La recuperación de la imagen soñada del edificio original.

[1] Avefenix. “Ave quimérica que según los antiguos era única y renacía de sus cenizas”. De la real academia de la lengua

[2] Palimsepto.Manuscrito antiguo que conserva las huellas……… de una escritura anterior. De la real academia de la lengua

[3] Moneo, Rafael, la vida de los edificios. Artículo publicado en revista arquitectura nº 256.Madrid 1985.

 …. dicho de otro modo, el arquitecto levanta un edificio y crea un ente perfectamente comprensible en sí mismo gracias a unos principios formales inherentes a su arquitectura: la obra de  arquitectura trasciende al arquitecto, va más allá del instante en que la construcción se produce y puede, por tanto, ser contemplada a lo largo de las luces cambiantes de la historia sin que su identidad se pierda con el correr del tiempo. ….

……Los principios de la disciplina, establecidos por el arquitecto en la construcción de la obra, se mantendrán a lo largo de la historia y, si resultan suficientemente sólidos, el edificio podrá absorber transformaciones,  cambios, distorsiones, etc., sin que éste deje de ser fundamentalmente el que era, respetando, en una palabra, lo que fueron sus orígenes.

[4] Moore, Charles. La casa, forma y diseño. Editorial Gustavo Gili. Barcelona 1980

[5] Álvaro de Rújula, físico teórico del Laboratorio Europeo de Física de Partículas (CERN).

“… Saquemos los muebles de la habitación, apaguemos las luces y vayámonos. Sellemos el recinto, enfriemos las paredes al cero absoluto y extraigamos hasta la última molécula de aire, de modo que dentro no quede nada. ¿Nada?, no, estrictamente hablando lo que hemos preparado es un volumen lleno de vacío. y digo lleno con propiedad. Quizás el segundo más sorprendente descubrimiento de la física es que el vacío, aparentemente no es la nada, sino una substancia. Aunque no como las otras…“.

[6] Boito, Camilo. a la hora de la rehabilitación de edificios mantiene una posición que es síntesis de las dos posiciones opuestas de Viollet le duc y Ruskin. Camilo Boito propone la actuación mínima: derribar lo indispensable, no reconstruir, adicionar lo mínimo y en este caso, que las nuevas actuaciones sean claramente reconocibles.

Referencias

Rafael Moneo. Charles Moore. Camilo Boito.

Correspondencia

Ángel Fernando Pérez Mora

Arquitecto profesor de la Escuela de Arquitectura UMA

Paseo de Sancha 10, 1ºa. 29016 Málaga

Email aperezm@uma.es apmora@arquired.es

TFNO 670537056

Cesión de derechos

Por la presente, y como autor del trabajo mencionado arriba, cedo al Palacio de Ferias y Congresos de Málaga una licencia no-exclusiva para imprimir, reproducir, distribuir, transmitir o comunicar de cualquier manera dicho trabajo, incluyendo el derecho de hacer modificaciones de formato. Además, afirmo que esta cesión no lesiona los derechos de terceros.

 

Descargar (PDF, 704KB)